El pop tira de Manchester (II)

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EL NUEVO IMPULSO DE LA LOCALIDAD BRITÁNICA
El pop tira de Manchester

La ciudad de The Smiths prepara un macrofestival de las artes para el 2007

ALBERT GUASCH
MANCHESTER / ENVIADO ESPECIAL

Manchester, crucificada muchos años por una atribuida fealdad industrial, tiene en realidad mucho de que enorgullecerse. Cuna de un buen número de movimientos radicales, fue en Manchester donde tuvo lugar la primera revolución industrial; donde surgió el sufragismo y el vegetarianismo; donde se puso en marcha la primera liga profesional de fútbol y, puestos a destacar, donde abrió el primer Marks and Spencer. Y luego, punto y aparte, está la música.
Es la ciudad de nacimiento de un sinfín de grupos mayúsculos de la historia de la música popular. The Smiths, Joy Division, New Order, Simply Red, Stone Roses, The Happy Mondays, Oasis, Bee Gees, Robbie Williams y su Take That, The Verve... Es la ciudad de la música house, divulgada al mundo desde La Hacienda, ese club abierto en 1982 por un simpático y manirroto presentador de televisión, Tony Wilson, a través de su discográfica, Factory Records, y que Michael Winterbottom elevó a categoría de legendario a través de la película 24 hour party people.
Mucha historia para obviarla. Las compañías dedicadas a la promoción turística de la ciudad inglesa empiezan a explotar este rico legado musical. Y para no mirar sólo atrás, Manchester prepara un ambicioso festival bianual cuya primera edición se celebrará durante tres semanas de junio y julio del 2007.
No será un festival únicamente musical. Abrazará todas las artes, aunque con dos condiciones muy estrictas: los protagonistas deben ser primeras espadas en su campo y, ante todo, deben presentar un trabajo totalmente nuevo, no enseñado en ningún sitio antes. Sólo admiten estrenos mundiales.
Para iniciar la promoción del encuentro artístico, el Manchester International Festival programó el mes pasado cinco actuaciones de Gorillaz, el grupo virtual creado por Damon Albarn, líder de Blur, que nunca antes había ofrecido sus canciones en directo. Cinco llenos, con las entradas vendidas en cuestión de minutos, proporcionaron un esperanzador despegue al festival, que próximamente anunciará más actuaciones estelares para seguir calentando la cita del 2007.
Y con esta cita Manchester confía en superar a Birmingham como destino turístico y alejar más a Liverpool, con la que mantiene una feroz rivalidad histórica. Por supuesto, también espera diluir la imagen de ciudad gris y decadente que arrastra desde la época industrial, de cuando las fábricas textiles y de algodón estigmatizaban el paisaje urbano. Dolorosa es, en este sentido, una famosa frase de Mark Twain: "Me gustaría vivir en Manchester. El tránsito entre Manchester y la muerte sería imperceptible".
Ahora que el Manchester United está de capacaída, que ha quedado incluso fuera de la Liga de Campeones, que ni siquiera queda el consuelo de ver a David Beckham comprar por las tiendas chic, la música vuelve a convertirse en el motor espiritual de la ciudad del arquitecto Norman Foster, el director Danny Boyle y el actor Ben Kingsley.
Lo hace a un nivel menos bullicioso que en los años 80 y 90, cuando la fusión de las guitarras y cadencias de baile impulsada por la cultura de clubs y por grupos como Stone Roses y The Happy Mondays concedió a Manchester la atención mundial. Revistas de corte variado como Newsweek y Life destacaron en portada la efervescencia de la ciudad.
La lluvia siempre ha sido buena para la creatividad, y en Manchester cae mucha agua al cabo del año. También en Liverpool, que parece, no obstante, vivir aún del prestigio del grupo del hoy recordado John Lennon. Habla el periodista Jonathan Schofield, autor de la guía local City life y especialista musical. "Las bandas de Liverpool son melódicas; las de aquí siempre han sido más ruidosas y bailables. Tengo la sensación que Liverpool sufre una enorme resaca de los Beatles".
Cuentan ahora en Manchester con más de 20 discográficas. Hasta Morrisey, emigrado a Los Ángeles, ha vuelto a enamorarse de su ciudad y se le ve a menudo pasear por las calles del centro, que está experimentando una repoblación, con lo que eso conlleva de renovación de edificios, de apertura de restaurantes y ampliación de servicios.
A más, está la masa de estudiantes, una de las más nutridas de Gran Bretaña, estupenda base de público para conciertos. Que la mítica La Hacienda sea ahora cemento de apartamentos es considerado por algunos un sacrilegio; una bendición, en cambio, para Jonathan Schofield. "Ha permitido que otros clubs crezcan sin tener que someterse a la constante comparación". Y que la localidad, cabe añadir, tome una nueva dirección artística, como propone el festival del 2007.